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El gustoso desafío de lograr el equilibrio vital 

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Buscar disminuir el stress, usar mejor nuestros recursos, trabajar en los horarios y no abusar de nuestro tiempo de descanso, no tomarse las cosas a pecho, buscar nuevas actividades para crecer y desarrollarnos, crear  mejores relaciones, fortalecer los vínculos que nos nutren, comer sano, hacer ejercicio, sostener intercambios más fluidos y eficaces con los colegas (hacer equipo, que llaman), tener espacio de ocio, dedicar atención y tiempo a nuestros hijos, tener la casa lista para recibirnos y acoger a amigos y/o familiares, sostener espacio para nuestra pareja o para buscar pareja… te suena?

La vida, vista como esta larga lista de logros, puede fácilmente hacernos sentir halados hacia un lado u otro sin saber exactamente para qué ni con qué ánimo hacemos lo que hacemos. Está de moda llamarlo “adultez”. Se oyen chistes en medios y redes del tipo “y esto pasa en la adultez”. ¿Has visto alguno? ¿Te has sentido identificado con alguno? ¿Sientes que lo que acabo de decir te describe? 

En realidad, me gusta ver la vida como las cuerdas de una guitarra: si pinchamos un lado, vibra toda la cuerda. Si presionamos la que vibra, cambia su sonido. Si nos movemos a lo largo de la cuerda mientras ésta vibra, también se cambia el sonido. Si pinchamos 2 ó 3, se producen sonidos que pueden armonizar entre ellos o no. 

La vida podríamos verla entonces como las cuerdas de una guitarra: es necesario rascar cuerdas y ver qué sonido nos gusta más, nos parece más gustoso para nosotros y dejar lo demás a un lado.

Lo que pasa en esta visual es que si sólo nos contentamos con escuchar música que nos gusta, al cabo de un rato nos va a faltar un “algo” que nos active otro punto de nuestra alma. Somos seres que, de vez en cuando, necesitamos un contraste para que se nos active el sistema nervioso, el inmunológico, la tonicidad de los músculos y la interconexión de las neuronas. Necesitamos del stress que tanto nos dicen que es malo para nuestra salud precisamente para sostener nuestra salud. 

Lo que pasa es que “todo en exceso es perjudicial”, ya lo decía mi dermatólogo con respecto al sol. Mucho stress es dañino. Muy poco, también. Muchas responsabilidades encima es dañino. Muy pocas, también. 

Y cómo hacemos para lograr un desarrollo personal y una vida armónica para nosotros? la palabra clave es “equilibrio”: el arte de balancear extremos y no caer en excesos. 

El equilibrio nos pone frente a la posibilidad de preguntarnos “la forma en que lo quiero… me importa más que mi sueño?” o “lo que quiero lograr con esto… me importa más que mi bienestar?

Es decir, el equilibrio nos pone frente a la necesidad de negociar hasta dónde estoy en capacidad de ir sin lastimar ni mis recursos ni mi capacidad de autosustentación. No sirve de nada quemar toda la gasolina del carro en una acelerada colosal para arrancar: no voy a llegar a recorrer ni un cuarto de la distancia prevista aunque mi inicio haya sido espectacular. 

No confundir el bienestar con la inacción, por favor. Se puede estar bien y muy exigido. Este ciclo de “overdrive” en el que estamos “muy bien” y muy exigidos al mismo tiempo, termina por agotarnos y los efectos secundarios se ven, se ven bastante después. Es parte de lo que produce los “burn outs” tan comunes hoy en día. 

 Para lograr un equilibrio sano (el que llamo “equilibrio dinámico”) es necesario poner barreras a mis propios anhelos de “cómo quiero que se dé esto” o “cómo quiero que resulte esto” y abrirme al mundo de posibilidades de lo que un poquito de aleatoriedad pueda traer.

Lo aleatorio, el azar, lo imprevisible es, en sí mismo, un orden. Y como todo orden, puedo probar a comprenderlo o puedo dejar que me lleve por algún sendero/ posibilidad/ recurso que yo no había considerado en el plan inicial. Lo que puede darme nuevos caminos o prenderme la creatividad.

Si, el confiar un poco en el azar para lograr un equilibrio dinámico nos activa la creatividad porque el sistema nervioso se relaja… lo cuál hace que veamos desde una perspectiva más amplia las cosas a las que nos enfrentamos (como si miráramos nuestra vida “con ojos de águila en pleno vuelo”) y podemos tomar caminos que no habíamos considerado al inicio del viaje. Nuestras oportunidades de acción se amplían simplemente porque dejamos que nuestra voluntad guíe pero no se ocupe de cada detalle de todo el proyecto. 

 

¿Es un arte? Sí. El equilibrio es un arte.
¿Es posible equivocarse? Sí, es muy fácil pasar de un equilibrio dinámico a la indolencia al principio. Y, aún cuando tenga el dominio del equilibrio dinámico en un área de mi vida, nada indica que lo pueda lograr en otra área en las primeras de cambio. 

Lo único que no debemos olvidar es que la vida es como las cuerdas de una guitarra: siempre puedo pellizcar otra cuerda, juntar 2 cuerdas, desplazarme a lo largo de la cuerda para variar la vibración y así, cambiarán mis resultados y lograré obtener sonidos que me parezcan armónicos… o que le den “un toque de algo nuevo” a lo que ya conozco. 

Feliz mes de marzo y que sepamos equilibrar para lograr nuestros objetivos sin perdernos en nuestras visuales del cómo debo lograr y a qué debe parecerse lo que quiero. ¡Quedo a la orden para todas tus preguntas y sugerencias!

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