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El miedo a perderme de algo (o todo) de lo que es importante en esta vida

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Donde no hay consuelo ni ascensor
El desamparo y la humedad comparten colchón
Cuando por la calle pasa la vida como un huracán 
El hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita:
¿Quién me ha robado el mes de abril?
Cómo pudo sucederme a mi?
Lo guardaba en un cajón donde guardo el corazón.

“Quién me ha robado el mes de abril”. Joaquín Sabina. 

En el cajón del corazón guardamos sueños, esperanzas, ilusiones.
Cándidamente creemos que, por tenerlos en nuestro cajoncito especial del corazón, esos sueños y anhelos se van a materializar, que los podremos tocar. Nos vemos rodeados de los resultados de nuestros sueños… hasta que nos repica en el bolsillo el último mensaje de alguna de nuestras redes. 

Bien sea un comentario de algún amigo, el anuncio de una nueva publicación en alguna red social, una newsletter de algún comercio o profesional a la que estamos suscritos, una plataforma de cursos que nos anuncia que estamos a 2 pasos de perdernos el curso que queremos seguir, solemos rodearnos de recordatorios y anuncios que, de una manera directa o indirecta, utilizan nuestra tendencia biológica para unirnos en grupos con ideas y propósitos afines para “vendernos” ideales, necesidades o asuntos indispensables “para vivir con más sentido, con más calidad y con mejores resultados”. 

No estoy hablando de otra cosa que lo que ya nos contaba Sabina en su canción: el miedo de que se nos esfumen los sueños, sentir que en el vértigo de la vida cotidiana, mis anhelos más amados me fueron “robados”, lo que en psicología se conoce como el “Miedo de perderme de algo” (o FOMO por sus siglas en inglés), esa variante de la ansiedad en la que se siente que uno “se está quedando atrás” o “por fuera” de alguna buena movida, buena idea, buen plan para hacer realidad nuestro sueño (el que sea: desde vacaciones en Tal Sitio hasta escribir Un Libro, cualquier cosa entra aquí, incluído cómo ser Un Padre Participativo o Una Madre Memorable).

Pero, ¿qué es eso de “el miedo a perderme de algo”? Esa cosa existe? 
El FOMO es tanto la desagradable sensación de que hay alguien, en algún lado, que se me está adelantando de alguna forma en la realización de mi sueño (y, por ende, llegará a vivir la vida que yo anhelo para mí pero antes que yo, o mejor que yo, o más visiblemente que yo…) y la certeza de que mis conocidos y amigos son sólo amigos y conocidos porque nos compartimos y conectamos por los mismos roles… Así que, si me pierdo de  cualquier actividad, puedo llegar a perderme algún gramo de ese cemento invisible que nos une y quedaré fuera del grupo de manera más o menos visible. 

Sí existe, todos los que me leen lo hemos experimentado en nuestras vidas en algún momento (no sólamente en la adolescencia pero sí, en la adolescencia se siente muy fuerte!) y es una forma de ansiedad social. Algunos la han llamado “hambre social” y está tan presente en un introvertido como en un extrovertido: todos tenemos necesidad de “sentir” que pertenecemos a un grupo. Sea este nuestra nación, nuestra familia, nuestro rasgo más inusual… todos buscamos “hacernos de un grupo en el cual sentirnos protegidos, apoyados y aupados a seguir nuestros sueños”. 

Nuestro desarrollo biológico y cognitivo se ve enormemente influenciado por la presencia o ausencia de  un entorno nutritivo que nos acepte y valide. Desde niños, comenzamos a modelar nuestros “comportamientos elogiosos” en torno a lo que nuestro entorno cercano nos decía que era más valioso de nosotros. 

Como jóvenes adultos, empezamos a necesitar que otros seres, fuera de nuestra familia, nos acepten, nos aúpen y nos reciban. Todo esto, en aras de garantizarnos posibilidades relacionadas con la realización de nuestros anhelos más íntimos, esos que no siempre tendrán cabida en el seno de nuestras redes primarias (sí, no siempre la familia es nuestra aliada en todo lo que hacemos. Y si no lo tenía claro, lamento ser la portadora de esta noticia). 

El problema viene cuando paso mi vida comparándome con otros, cuando acepto compromisos sociales “por no perderme nada” (especialmente si “estoy cansado y no quiero ir”), cuando siento que si no voy al partido no me escogerán más para X posición, cuando creo que no ir a algún evento me hará menos importante/ un excluido, incluso el perderme irremediablemente una oferta. Allí estamos hablando de FOMO, miedo a no perderme nada. 

Y qué hacer frente a esto?

El FOMO no se acepta bien en esta sociedad donde “todo el mundo está en todas partes al mismo tiempo” y “me entero de todo por mis redes sociales y las noticias” (de verdad la vida pasa como un huracán para muchos de nosotros, en el cotidiano!).

Es complicado, incluso, llegar a la conclusión de que sentirme abrumado por la gente y no querer ver a la gente que siempre veo, pero quedarme en casa revisando por horas las redes sociales que tengo, están conectados de alguna forma con mi discurso de auto-agresión personal que comienza con un “ves? Todo el mundo está triunfando y tú, no” y que todo esto forma parte del FOMO. 

Así que me voy a atrever a proponerle una pequeñísima lista de actividades que siempre le recomiendo a mis clientes. Si a usted le funciona, por favor, hágamelo saber!

1- En las redes sociales ponemos nuestra cara más bonita.
Las redes sociales nacieron con la idea de “decirle en poco tiempo, a la gente que no hemos visto en años, qué estoy haciendo y quién soy ahora”. Es, en resumen, como un CV de mi vida. Uno no escribe en un CV lo que no es relevante/interesante para una nueva postulación a un empleo, verdad? Ah! Entonces, en ninguna red social va a encontrarse la mezcla realista de “cal y arena” que hace la vida de todos. 
Créase las redes sociales como si se tratara de un CV. 

2- De cada grupo nos toca más una persona: cultive más esas amistades.
No congeniamos con todos los miembros del grupo de baile al que pertenecemos, en eso estamos claros. Pero hay 2 ó 3 personas que nos hacen sentir bien (por muchas diversas razones). Esas personas: me interesa conservarlas cerca de mis relaciones más frecuentes? Si la respuesta es positiva: cómo lo hago? qué podemos hacer juntos y que nos agrade a todos?
Añadir relaciones humanas con valores y gustos compartidos, hace que me interese menos por todas las millones de cosas que pasan a diario en el mundo y me darán bases más sólidas para construir la vida que digo querer. 

3- Ocupar mi tiempo con cosas que me llenan y me gustan. Y si no las sé, descubrirlas.
Aquí es donde más reticencias encuentro entre mis clientes. Esto es lo que se llama “salir de la zona de control” con mucha frecuencia y es donde yo me separo de la redundancia del término: la zona de confort no es cómoda y nadie sale de ella (ni de la casa) si alguien no se me explica de qué forma eso me va a servir para algo de alguna forma. Así que se lo voy a poner simple: si usted no sabe qué le gusta, cómo hace para decir que la vida le gusta? A mí me genera genuina curiosidad la gente que me dice “no sé qué me gusta, nunca me lo he preguntado, no sé”. 

Si, por el contrario, usted sabe qué le gusta, vaya y haga incluso “desde la raiz” de esa cosa y descubra métodos, materiales, ideas, sitios y gente. Le garantizo que estará tan lleno de cosas interesantes, gustosas y novedosas para usted, que le perderà un poco de interés ansioso (el “malo”) al mundo y se planteará mejor a cuáles eventos asistir, se los disfrutará más y, probablemente, las amistades y asociaciones que haga con gente fuera de sus gustos más apasionantes, serán una manera de enriquecerle. Dentro y fuera del área de sus gustos.

4- Descubra qué le pone ansioso. 
Aquí, a veces, se necesita la ayuda de un observador externo (un terapeuta). No somos siempre hábiles para descifrar qué nos pone ansiosos en una situación o en una relación o en un período de la vida… Y conviene hacer una sesión puntual para trabajar específicamente este aspecto. 

Finalmente, le recuerdo que manosear nuestros sueños termina por ensuciarlos. Más vale ponernos a trabajar en nosotros mismos para ir, calendario en mano, anotando métodos ineficaces y los que sí nos funcionaron y ponernos, poco a poco, en la calle de nuestros sueños, haciendo posible que la esperanza me dé frutos concretos y la primavera nos sirva para sembrar lo que se convertira, luego, en nuestra propia cosecha. 

Nada de desechar los sueños que tenía para el 2023 y que aún no logra poner en acción “y ya mejor los olvido, porque tampoco fue este el año”. Le dejo mi correo en caso de dudas o una cita (cobaltocoach@gmail.com) y todo mi ánimo porque no está solo, se lo garantizo.

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