A ver… soy anti- planificacion del año.
También soy anti- “listas de intenciones”. O ” listas de resoluciones”.

Lo que acabo de decir no parece útil al inicio de año.
Suena contrario a lo que recomiendan otros colegas míos.
No se me malinterprete: yo no hago lista de intenciones y sí tengo objetivos.

Soy profundamente admirativa de quienes hacen sus listas de resoluciones o de intenciones (como quieran llamarlas, he oído las dos) y logran lo que se proponen. Considero que hay seres más sensibles que yo y que han encontrado maravillas que a mí se me escapan. Pero tampoco lo lamento.

Por el contrario, creo en lo que llaman “azar” y que yo prefiero llamar “la Magia”: la fuerza vital de la que están hechos los sueños. La que nos recuerda de qué estamos hechos y qué tanto queremos lo que queremos.

Nuestra sociedad organizada, habituada a números, datos, estadísticas, la encuentra “un problema a resolver”. No se resuelve. No hay ni cómo atraparla porque no tiene cabellos ni ropa larga.

La Magia nos hace despertar a realidades a las que dormíamos. No por perezosos, es que ni las imaginábamos. Maestra de disfraces, a veces nos gusta y a veces la odiamos.
Ella se ríe de elogios y de insultos. Toma y da sin cambiar mucho su alegría, irreverencia, agitación. Hoy sale corriendo, mañana va caminando. Nosotros, la seguimos.
Y cuando ya la vamos alcanzando, nos presenta un juego en el que tenemos que escoger.
De ese juego, no salimos siendo los mismos. Se los aseguro que no.

Yo soy mera asistente de La Magia. Mi trabajo es acompañar a quienes juegan con ella.

Lo que quiero decir me parece que necesita algún ejemplo.
Pongamos que quiero hacer un curso de carpintería. Mi pragmaticidad me lleva a hacer una lista de “cosas que tengo que hacer” para estudiar carpinteria. Pongamos que entre las primeras cosas que anoté está algo como “buscar escuelas de carpintería”.

Consigo 3 direcciones o referencias y anoto en mi lista: llamar para conocer pensums y escoger la mejor para mi. Y voy, llamo, me informo y hago balance entre mis opciones. Escojo la que más me parece “a mi gusto e interés” y en el teléfono escucho un “lo sentimos, ya cerramos cupos, abrimos en junio. Sólo admitimos en abril a los que vienen del Instituto Tal”.Pienso par amí “Tal no era mi primera opción pero… no quiero esperar 6 meses. Yo quiero carpintería. Qué piden los del instituto Tal?”

Ya la Magia me hizo afinar el deseo. Y me hizo poner plazos… Ya me empecé a meter en el juego de “por qué quiero lo que quiero y qué tengo que hacer para conseguirlo”. Normalmente, si no tengo claro “para qué” quiero estudiar carpintería, aquí descarto el proyecto y digo “no. Carpintería será para luego de junio. Si acaso”. Y dependiendo de lo que eso representara para mí, puede que sienta tristeza, rabia o genuina frustración. Quizás me acompañe un auto-reproche.

La Magia es una jugadora que me sube las apuestas y me da pistas pero, al final, ella no va ni de ganar ni de perder. Ella sólo va “por el puro goce de jugar” y, por eso, a veces sale corriendo y me deja sin pistas. Alli, la cosa se parece a esto: voy a inscribirme en el instituto Tal. Las inscripciones las hacen los profesores y el que se ocupa de los nuevos estudiantes para carpintería es un señor que me trata con desdén, casi de mala gana. “Si este es el profesor… van a ser 4 meses de este gruñón?”

La Magia vuelve a ponerme a escoger entre opciones. Me vuelve a subir las apuestas y ahora pasamos al mundo del “qué siento que soy capaz de dar”?

Ya de esta no salgo indemne: he decidido a todo riesgo que estudiaré carpintería. Ya tiene plazo. Y ya decidí que lo haré incluso si el profesor es un gruñon.

Me acabo de desafiar a mí. La Magia vuelve a ponerse a saltar y canturrear con mi objetivo en sus manos..

Ves lo que intento mostrarte? No hay intención alguna que pueda con este mezclote de “mini cambios de vía”. Las ganas y los para qué me tienen que comer por dentro porque sino, se me va ir el encanto.

El objetivo, en cambio, lo vamos haciendo

Y la Magia está allí para ir verificando conmigo TODO EL TIEMPO:
1) Qué quiero exactamente.
2) Para qué lo quiéro
3) Cómo lo quiero.
4) Qué puedo negociar conmigo o los demás para lograrlo.
5) Qué tengo que desarrollar en mí para hacerlo.

6) Qué tengo que descartar/desechar de mí, de mi vida, de mi entorno para lograr hacerlo.

Yo hago “Objetivos del año”: con 2 ya tengo asegurada a La Magia en el camino.
Y sé que ésta me va a llevar por senderos que me me harán crecerme (hacerme grande a mis ojos) por el deseo de vivir novedad, de experimentar, de soñar.

También me hará llorar furiosa, abatida, paralizada… Y tras eso, me sentaré con mis conocimientos y mis sabios… y se me volverá a aparece la Magia, con sonrisa inocente y me invitará a volver a jugar. Ella no se toma nada de manera personal.

La Magia también pone alas y acelera todo: cuando emprendemos sueños que “ya estaban maduros”, la Vida nos los quiere entregar ya, antes de que se pudran. Y se sirve de La Magia para que lleguemos antes, por caminos que nos acortan los planes iniciales.
Cuídate de cantos de sirena, pero confía: la Magia es loca, pero no malvada.

Finalmente, quisiera que este año tengas la ocasión de crear tus metas personales. Y de hacer muchos paso a paso de lo que necesitas para lograrlo. Y que la Magia te guíe siempre.

Quedo a la orden para cuando La Magia te deje sin pistas o cuando sientas que no estás en el momento más hermoso, o para hacer juntos la lista de objetivos que aún no defines, o la de los paso a paso.